Tiza con leche

Y otra vez me pregunto ¿cuál puede ser ese desconocido estado que no trae consigo ninguna prueba lógica, sino la evidencia de su felicidad, y de su realidad junto a la que se desvanecen todas las restantes realidades?
M. Proust, Por los caminos de Swan, p.62

Las técnicas más hermosas son por lo general las más sencillas.
Sumerja una tiza hasta la cintura en una taza con leche y y olvídese de ella por seis horas, que reposen a temperatura ambiente tapadas por un plato de té (puede hacer juego con la taza o no).
Tome otra tiza y sumérjala en otra taza con leche, pero esta vez endulce la leche con mucha azúcar, y déjelas conversando a solas con la primera (entre ellas se entienden).
Mientras espera que pasen las seis horas, ud puede disponer de su tiempo para invitar a alguno de sus primos a tomar unos mates con peperina en la terraza, escuchar radio o encargarse del quehacer doméstico. También puede escapar de las cuatro paredes y salir a caminar por lugares con mucho verde, llevarse un libro de cuentos y tirarse a leer mientras le hace unos mimos al suelo.
Pasadas las seis horas, retire las tizas de las tazas y envuélvalas inmediatamente en una hoja de diario y deje el diario al sol o cerca de una estufa.
Luego váyase a dormir. Al día siguiente podrá notar que una de las tizas es similar a un pastel al óleo sumamente brilloso y el otro es gravemente opaco. Con ellas puede trabajar libremente sobre hojas negras haciendo detalles de luces y sombras o dibujos completos con dos tonos de blancos. También puede graduar el tono modificando la cantidad de azúcar que le pone a la leche. Si: hay varios tonos de blancos. Como 27 son. Y si ud no me cree, pregúntele a los esquimales.